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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

jueves, 20 de abril de 2017

DOS CRÍTICAS DE CINE DEL ESCRITOR CHILENO ANÍBAL RICCI



UNA MUJER FANTÁSTICA (2017)
Dirigida por Sebastián Lelio

Al igual que en Gloria (2013) el director vuelve a incorporar la letra de canciones al discurso narrativo, de tal manera que Alan Parsons Project susurra «…quién sabe si nos volveremos a ver… pero el tiempo sigue fluyendo como un río...», palabras que interpretan a Orlando y presagian el punto de partida del conflicto: la muerte del propio Orlando. Las locaciones de inicio son un sauna, un restaurant, una discoteque, lugares a media luz que reflejan la intimidad que existe en la relación de Orlando y Marina. Él pertenece a una familia de buen pasar económico y quiere compartir el mundo con su pareja invitándola a un viaje idílico. La muerte trunca los planes y de pronto todo el amor de Orlando es violentado por sus familiares que nunca aceptaron que el padre de familia volcara sus afectos hacia Marina, una cantante transexual a la que Sebastián Lelio le otorga humanidad, tratándola con cariño, al igual que a personajes secundarios como Gabo (hermano del difunto) y la hermana de Marina. Otra vez el director se enfoca en un solo personaje y vuelve a una narración cronológica donde quizás sobren un par de escenas que alargan el metraje. Marina debe soportar los prejuicios de la sociedad santiaguina: de los médicos, un carabinero y una detective de investigaciones, sobre todo de la familia que juzga como «perversión» todo lo relacionado con Marina. Eltravelling de ella luchando contra el viento es la metáfora perfecta del abrupto paso desde la comodidad material a la precariedad, no sólo material sino afectiva donde los familiares de Orlando se comportan como salvajes, escenas que pudieron ser más violentas, pero que Lelio las simplifica debido a que ésta es la historia de Marina Vidal, que comprenderá que la vida continúa y debe refugiarse en otro tipo de amor: su pasión por el canto lírico, que no está suficientemente enfatizada y surge de improviso hacia el final. Los diálogos son marcadamente toscos y precarios reflejando la incomunicación entre Marina y aquellos supuestamente «normales», quizás faltó matizar con mejores parlamentos en los momentos más humanos y los más brutales. «Eres una quimera» es una extraña elección, encaja mejor «perversión». El director rompe la monotonía del periplo de la protagonista con la anécdota de la llave del casillero, que desemboca en una logradísima escena al interior del sauna donde la cámara sigue a Marina deambulando entre el espacio para mujeres y el de los hombres, sugiriendo misterio de lo que va a encontrar, pero a la vez instalando la reflexión del universo interno que transita el personaje. Las secuencias de los espejos resultan redundantes o contradictorias. El espejo en la calle para que ella descubra su identidad es un recurso tan utilizado como innecesario y el plano del espejo ocultando el sexo de Marina, aparte de ser una cursilería, entorpece el discurso limpio de un personaje que se define no por su sexualidad sino por su humanidad. «…Tú me haces sentir como una mujer (natural)…» frasea Carole King y la imagen nos transporta de la mano de la actriz Daniela Vega que interpreta un personaje lleno de coraje y amor propio, siendo el sustento principal de una historia no demasiado compleja. Hay que destacar, no sólo la elección de piezas populares y clásicas, sino un sonido realmente logrado para reforzar la estética de la cinta, una narración de contrastes que transitan desde la sensibilidad al salvajismo, de lo íntimo a los espacios abiertos de la ciudad, del amor a la intolerancia que deviene en violencia. La película insinúa que Marina pertenece a una clase social menos acomodada, contraste que distrae del tema sexual y que posiblemente haya sido una acertada decisión de guion para que el espectador concluya que Marina Vidal o Daniela Vega es una mujer fantástica.




ES SÓLO EL FIN DEL MUNDO (2016)
Dirigida por Xavier Dolan

Hay un diálogo sordo, no expresado en palabras, tras los personajes de esta cinta que transcurre en el lapso de un almuerzo familiar. Louis tiene 34 años y hace doce años abandonó la casa de su madre y de sus hermanos. Tuvo que huir del seno materno para alejarse de la violencia y perseguir algo con su vida. Se convirtió en escritor y ahora vuelve para comunicarle a estos verdaderos extraños que está enfermo y morirá dentro de poco. El tiempo es un personaje importante de este drama, transcurre más lento para aquellos que están descontentos con sus vidas, la madre y sus hermanos le reprochan que no ha tenido tiempo para ellos, mientras gritan y se descalifican mutuamente. Incluso la madre no lo toma en serio y se refiere a los asuntos de Louis como «cosas de escritor», sobre todo Antoine (el hermano mayor) está resentido con él, quizás debido a que logró sus sueños, en el auto le confidencia que no quiere escuchar su mierda sentimental y presupone que la vida de su hermano es demasiado importante al lado de la del resto de la familia, que no finja que le importan. Ese resentimiento se disfraza de cinismo, de recriminaciones, pero sobre todo de agresiones verbales. Ante una vida sin logros Antoine emprende su furia hiriendo a sus hermanos, incluso a su mujer la trata como a una esclava a la que le puede gritar cuando se le antoja. La tesis sería que las personas venimos al mundo a crear, una familia, el producto de un trabajo, una pasión, incluso a mostrar tristezas o alegrías a través del arte, de una carta, que para lograrlo hace falta originalidad, entender y escuchar a los demás para emprender proyectos para ellos o para sí mismos, la película es enfática en que la violencia, verbal o de la otra, es producto de la frustración, de no ser capaz de aportar nada a la sociedad o la familia, siendo el resentimiento una energía negativa que destruye desde el interior a todo tu entorno. Antoine no quiere saber nada de la vida de Louis, tampoco de Catherine, su mujer es simplemente una esponja que absorbe sus rabias, su derrota en último término, no cuenta como compañera de viaje, solamente es un ser que debe aguantar su mal humor. Xavier Dolan recurre a primeros planos y contraplanos para desnudar el sufrimiento e incomprensión ante esa dinámica familiar, Catherine intuye que algo le sucede a Louis y viceversa, los silencios parecen hablar a gritos sobre la impotencia de vivir al alero de seres monstruosos, el montaje es delicado y las escenas del protagonista incluyen recuerdos que le permitieron sobrellevar los malos momentos. Louis desearía eludir a la muerte por un tiempo más, quizás para escribir otro libro, pero su corazón está triste, hay algo inconcluso debido a que es incapaz de disfrutar del tiempo que le queda. Las horas parecen eternas junto a su familia, el tiempo deja de tener sentido.

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